HOMENAJE DE LALÍN AL SABIO RAMÓN MARÍA ALLER ULLOA


DESCUBRIMIENTO DE UN MONUMENTO, ENTREGA DE LA GRAN CRUZ DE ALFONSO EL SABIO Y NOMBRAMIENTO DE HIJO ILUSTRE DE LALIN

Homenaje 1960-1 (1)
Homenaje 1960-3 (1)

El 4 de septiembre de 1960,  primer día de las fiestas patronales, se vivió en Lalín una impresionante jornada, el homenaje que toda Galicia tributó al ilustre hijo de la villa, D. Ramón María Aller Ulloa, sabio matemático y astrónomo de fama internacional. Catedrático extraordinario de la Universidad de Santiago de Compostela y director del Observatorio Astronómico, sacerdote de extraordinarias virtudes y de una personalidad humana arrolladora, querido y admirado por sus convecinos y reconocido por los más importantes centros científicos del mundo.

Estatua en homenaje a D. Ramón María Aller

Estatua en homenaje a D. Ramón María Aller

Al homenaje asistieron representantes de toda Galicia. El Gobernador Civil de Pontevedra, D. Rafael Fernández Martínez; el presidente de la Diputación provincial, D. Prudencio Landín Carrasco; el alcalde de Pontevedra, don José Filgueira Valverde; el director de la Escuela Naval Militar de Marín, Conde de Xauen y oficiales del centro; el representante del Gobernador Militar de la provincia, Coronel de Infantería Sr. Matute y los alcaldes de varios municipios pontevedreses. También acudieron a los actos del homenaje el Obispo Auxiliar de Lugo con una representación del Cabildo de la Catedral; el Rector de la Universidad de Santiago, doctor Jorge Echeverri; el alcalde de Santiago, Sr. Porto Anido, que ostentaba la representación de la Diputación Provincial de La Coruña; representantes del Cabildo compostelano; el escritor Otero Pedrayo y representantes de la medicina, las ciencias y las artes gallegas.

El sabio D. Ramón María Aller Ulloa

El sabio D. Ramón María Aller Ulloa

El Cardenal Arzobispo de Compostela, doctor Quiroga Palacios, que era el presidente de honor de la Comisión organizadora del homenaje, llegó a Lalín a las seis y media de la tarde, siendo recibido por el Alcalde, D. Luis González Taboada y cumplimentado por las autoridades y por D. Ramón que era canónigo de la Catedral de Santiago. Al descender del automóvil, la banda Municipal de Lalín interpretó la Marcha de Infantes y luego pasó al Instituto Laboral en cuyo salón de actos se celebró el acto académico en honor al sabio Aller.

Ocuparon la presidencia, el Rector de la Universidad de Santiago de Compostela, doctor Echeverri, D. Ramón María Aller, el Gobernador Civil de Pontevedra, Don Rafael Fernández Martínez; el alcalde de Lalín, D. Luis González Taboada; el presidente de la Diputación de Pontevedra, don Prudencio Landín Carrasco; el alcalde de Chantada en representación de la Diputación provincial de Lugo; el Procurador en Cortes S. Puig Gaite; el Conde de Xauen; el alcalde de Santiago, Sr. Porto Anido; el director del Instituto Laboral, Sr. Doñate; el profesor Vidal Abascal y el presidente de la sociedad “Hijos de Lalín en Buenos Aires”, Sr. Fernández Novoa. Un lugar especial lo ocupaba el Cardenal Quiroga Palacios, acompañado de los obispos auxiliares de Santiago y Lugo.

Inició el acto el alcalde de LalÍn, D. Luis González Taboada, con breves y emocionadas palabras dedicadas a expresar las sobresalientes virtudes científica, humanas y sacerdotales de D. Ramón. Agradeció profundamente a D. Ramón María Aller que, venciendo su humildad se decidiese a aceptar el homenaje de Lalín y de Galicia y dejó también constancia de su agradecimiento a todas las personas que contribuyeron a la mayor brillantez de los actos que se celebraban con su presencia, con su calor y colaboración, refiriéndose especialmente a la prestada por los Hijos de Lalín en América. Concluyó “admirado D. Ramón, por medio de su alcalde, el pueblo de Lalín, del que sois hijo, os da las gracias por vuestra labor y sobre todo por hallaros presente en este acto que tanto nos honra a todos”.

A continuación intervino el Sr. Fernández Novoa, presidente de los Hijos de Lalín en Buenos Aires, quien en nombre de los emigrados se refirió a la grata y entusiasta acogida que tuvo en la Argentina la iniciativa del homenaje que iba ofrecerse a D. Ramón, cuya obra científica y virtudes humanas son bien conocidas por sus paisanos de América. Aludiendo al monumento que iba a ser inaugurado más tarde, dijo: “Sea vigía permanente de las generaciones presentes y futuras, de la misma forma que este Instituto Laboral que lleva el nombre de D. Ramón María Aller, será la forja de hombres que han de enaltecer como él la grandeza de la Patria”.

D. Ramón rodeado de las Autoridades

D. Ramón rodeado de las Autoridades asistentes al homenaje

Profundamente emocionado, habló el Profesor Vidal Abascal, uno de sus discípulos predilectos, nacido también en Lalín y Catedrático de la Universidad de Santiago, hizo un magistral y apasionado retrato de su maestro, del que ofreció ejemplares trazos biográficos, reseñando lo más esencial de su importante obra, además de exponer todo el curioso y aleccionador anecdotario que encierra la trayectoria científica de D. Ramón, que supo vencer con la mayor humildad y paciencia toda clase de dificultades y vicisitudes. Sugirió la idea de que fuese creada en Lalín una Escuela de Relojería de la que sería brillante precursor y finalizó subrayando la formidable trascendencia de la obra y la biografía del ilustre matemático, honra de Galicia.

Homenaje 1960-2

Intervino después, el doctor Echeverri, proclamando que la Universidad Compostelana no podía hallarse ausente del justo homenaje que se tributaba a su ilustre y querido profesor de Astronomía. Se refirió a los sentimientos de veneración y simpatía que ha sabido atraerse el bondadoso sacerdote entre cuantos le conocen y le señaló como magnífico ejemplo para cuantos dedican su vida a la enseñanza. Después relató cómo se produjo el traslado a Santiago del antiguo observatorio de Lalín, para que la Universidad contase con un centro astronómico de excepción. Calificó luego a D. Ramón como “maestro de maestros” señalando la calidad y cantidad de sus discípulos que son personalidades destacadas y concluyó deseándole, por el bien de la Universidad una larga vida de fecundo magisterio, tanto en el aspecto científico como en el sacerdotal.

Cerró el acto académico  el doctor Quiroga Palacios, mostrando el  gozo espiritual con que intervenía en el mismo, porque se está ensalzando a una gloria de Galicia, y sobre todo, a un sacerdote. Se refirió al afecto y admiración que se tiene a D. Ramón tanto en Lalin como en Santiago y aludió a la importancia de su obra científica que le llevó a ser Catedrático extraordinario de la Universidad, de la misma forma que por su ejemplar sacerdocio fue propuesto Canónigo honorario de la Catedral de Compostela. Señaló: “D. Ramón leyó en los libros de los Santos que cantan a Dios y estudió el firmamento, que es el gran canto, senda que conduce a la mansión celestial, encontrando al Señor en sus estudios, por los caminos de la Astronomía. Todos podemos encontrarlo de la misma manera que él en las distintas profesiones, con tal de imitar su bondad, su perseverancia y su fe”. Finalizó felicitando cordial y efusivamente a D. Ramón, a quien calificó de benemérito servidor de Dios y de la ciencia.

Clausurado el acto y tras un vino de honor con que fueron obsequiados las autoridades, representaciones y demás invitados en el Instituto Laboral, estos, en unión del homenajeado se trasladaron a la Plaza de la Iglesia rodeados del pueblo de Lalín que no cesaba de aclamar y vitorear a D. Ramón, tributándole entusiastas pruebas de afecto y admiración, de gratitud y amor.

Autoridades asistentes al homenaje

Autoridades asistentes al homenaje

En la Plaza de la Iglesia, a las ocho de la tarde y ante una multitud que la llenaba, a pesar de la llovizna, que fue incapaz de deslucir el acto, fue entregado a D. Ramón el pergamino en que se transcribía el acuerdo municipal de nombrarle Hijo Predilecto de Lalín. Tras el nombramiento, el Gobernador Civil de Pontevedra, Sr. Fernández Martínez, pronunció un discurso glosando la importancia y significación de los actos que se estaban celebrando en Lalín y puso de relieve cómo a ellos se había adherido la provincia con el máximo entusiasmo y devoción hacía la figura del homenajeado. Se refirió a la exacta conciencia y cabal juicio con que Lalín había sabido reconocer el valor del profesor Aller, personalidad de fama y prestigio internacional, glosando luego partes esenciales de la vida y obra del insigne matemático, ejemplo claro de cómo a través de la ciencia se llega a Dios. Después de enumerar las múltiples virtudes que adornan al sabio sacerdote, glosando también lo que simboliza la estatua a él erigida, elogió la espiritualidad de un pueblo como Lalín que ha sabido honrar al honrarle y sabrá obtener el máximo fruto de su ejemplo, recordando siempre a quien fue dechado de virtudes y supo entregar su corazón y su inteligencia al apostolado de la enseñanza, de la investigación y el bien.

A continuación al Dr. Echeverri, rector de la Universidad de Santiago, procedió en nombre del Jefe del Estado y en representación del Ministro de Educación Nacional a imponer las insignias de la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio a D. Ramón, pronunciando después unas frases de afecto y homenaje en nombre de la Universidad y el suyo propio y concluyendo con un cariñoso abrazo al homenajeado mientras la multitud en tan emotivo instante aplaudía con entusiasmo.

Asistentes al homenaje a D. Ramón María Aller

Asistentes al homenaje a D. Ramón María Aller

D. Ramón emocionado profundamente, intervino para hacer pública renuncia de los méritos que se le atribuían que señaló debidos más al afecto que a su propio merecimiento. Dijo. “Me ayudó mi vocación. Dios Nuestro Señor. Guste de trabajar en el estudio de la Astronomía y de las Matemáticas y como cualquiera fui y sigo siendo un vocacional con más o menos suerte. El afecto que me concedéis ha desorbitado las cosas”. Después D. Ramón se deshizo en elogios hacia sus discípulos, subrayando especialmente la intensa y valiosa tarea científica de su más firme y fiel colaborador, el profesor Vidal Abascal. Terminó con emocionadas frases de gratitud hacia todos los presentes, autoridades eclesiásticas y civiles, militares y pueblo entero de Lalín, que no le dejó concluir su discurso prorrumpiendo en vítores y aclamaciones al sabio y virtuoso sacerdote.

Después el Gobernador Civil de Pontevedra procedió a la inauguración del magnífico monumento a D. Ramón, obra del ilustre escultor gallego D. Francisco Asorey. Los actos finalizaron con un solemne Tedeum cantado en la iglesia parroquial con intervención de coral Polifónica de la villa, oficiando el obispo auxiliar de Lugo.

 El periódico “LA NOCHE”, el  jueves 1 de setiembre de 1960, con motivo del homenaje al sabio matemático y astrónomo D. Ramón María Aller Ulloa, sacó una edición especial, en la que publicó artículos de Álvaro Cunqueiro, Aquilino Iglesias Alvariño,  D. Ramón Otero Pedrayo, que escribieron en su honor, para sumarse al homenaje. A continuación transcribimos el artículo “La lámpara vigilante” escrito por Ramón Otero Pedrayo.

LA LÁMPARA VIGILANTE

Por Ramón Otero Pedrayo

Día 4 de septiembre será inaugurado en Lalín el monumento a Don Ramón Aller. No es frecuente y las más de las veces desafortunada la erección de estatuas de persona vivientes. La grave y emocionada fiesta del próximo domingo no significará previsión abusiva sobre los derechos de un futuro nonnato. La presencia creadora, afectuosa, del gran maestro concertador de las armonías estelares acrece el valor y la eficacia,  la deuda de gratitud y admiración satisfecha y levanta sobre la cúpula central, de generoso radio, de la Tierra de Deza un exvoto protector de Galicia.

No será en ningún momento glacial formula la piedra labrada por Asorey obedeciendo a un deseo unánime. Ninguna relación de pasado ineluctable, de adiós y cumplida justicia podrá establecer respecto de un monumento levantado por la simpatía y la esperanza. Se admira en don Ramón Aller un sabio, se venera un alto ejemplo, se agradece la dedicación de un guía. Es el primer monumento levantado a un astrónomo en nuestra Galicia, rendida al encanto, amor y temor de la noche, al temblar de las mil luces afectuosas, apasionadas, del Camino de Santiago al llegar al santo umbral de su destino.

Un astrónomo de una particular visión, de un sentido suyo de las categorías esenciales del tiempo y del espacio, de la vivencia de la noche. Hay sin duda una estética y una previa ascética en los puros y solitarios matemáticos. Aplicando a la esfera los decantados conceptos liberan a la inteligencia del peligro inhumano de la abstracción y la aplican a salvar por un orden tantos fulgores amenazados de penumbra y caos. La profesión astronómica en don Ramón Aller nos parece en sumo grado humana y “saudosa”. No vacilamos en escribir el término de entrañables confines sentimentales y luz difusa presente y lejana de nebulosa irreductible y al tiempo presente en los cielos del espíritu.

Si a cada humano vivir le es concedido el disfrute o la esperanza de un trato de las Sagradas Escrituras como correspondiente de los íntimos anhelos de su carácter tocó a don Ramón Aller con la gracia y verde lucir de primavera del inicio del Evangelio de San Juan, la “obertura” del Génesis, renovada en asombro y maravilla. Como en un inspirado pórtico de nuestro románico la expresividad ornamental y su sonrisa de entre mundos se concierta con el firme esquema de la estructura en don Ramón Aller la dedicación sacerdotal y la profesión astronómica demuestran una profunda conexión “abinitio”.

La noche, maternal y terrible, silencio de puras esferas, cabalgar del viento de los mitos, la noche de cada uno, la misma e inagotable a través de la historia de Galicia, esperaba un puro, exacto y desvelado testigo. Imaginan las estrellas paisajes y símbolos, amigos, indiferentes, desdeñosas para el caminante y el noctambulo. Participa la luna en nuestras pasiones, esperanzas y tristezas y aun, con evidentes reservas, en nuestro humorismo. El puro concepto, la evasión de lo insigne, la fórmula del destino, el registro del suceder, se viren por culturas y por espíritus en las situaciones  límite y en el fondo del lenguaje y del diario acontecer. Es posible en don Ramón Aller cuando joven, apenas iniciado en la magia y responsabilidad de los primeros estudios la ilusión, el nacer del anhelo de velar por todos, de salvar por cálculo, admiración, espera, la noche de Galicia. Quiso, soñó primero encender el faro de los rumbos cósmicos, de nuestra noche tendida como a la alborada a su occidente.

La severidad del método, la belleza de la fórmula, la técnica de labrar matemáticamente la luz de un astro como un diamante, la profunda llamada de la intuición, el gozo de confirmar y ordenar, ocuparon las noches, las horas canónicas del varón ejemplar. El puro desvelo del montaje y del filósofo se combinan con el virtuosismo del técnico. El amor y el recuerdo no pueden ser extraños a su soledad poblada. Para don Ramón Aller, gallego y sacerdote la expresividad de un ramo estelar no se agota en la lograda formula. De la musical y matemática vivencia sube al puro contemplar.

Con respecto escribimos pidiendo a don Ramón Aller dispensa por el intento de turbar sus silencios. Nadie puede ser indiferente a la luz cada noche encendida en su soledad por el sabio porque nadie puede libertarse de un participar del cielo estrellado en sus horas, en sus sueños, en su dolor. Don Ramón Aller es una conciencia desvelada en la pleamar de los capciosos y mágicos velos de la noche. Suscita y anuda explicaciones, dialoga con el vago lucir de sensibilidad que puede conceder a difusas fuentes silentes de luz, pulsa el tiempo, cada mañana puede fechar su hoja de ruta. Es el maestro de ceremonias de las esenciales e indescriptibles categorías del tiempo y del espacio.

Un sentir, el ahora mal expresado por nosotros llevó de la admiración al agradecimiento de Galicia y en particular de la tierra de Deza. No seremos solamente quienes el próximo domingo nos congreguemos en Lalín, serán infinitos gallegos y no gallegos quienes esperen saludar a don Ramón por el correo de las primeras estrellas. Son los agradecidos al timonel de la noche de Galicia. Y al señor afectuoso y sencillo, nacido en la incomparable cortesía de un “pazo”, al entregado al servicio de sus vecinos, con absoluto desinterés. Es el aplauso al espíritu que vecinos, con absoluto desinterés. Es el aplauso al espíritu que sabe, con un sonreír, sin conceder importancia al hecho, poner orden y claridad en el desorden y oscuridad de un mecanismo.

La estatua de don Ramón Aller no podrá nunca despertar la sospecha y escalofrío de la muerte, ni el triste compromiso de cancelar el recuerdo de una gran figura. Si las estatuas duermen y mueren… muchas muertas nacen en el fuego del cincel… la de don Ramón Aller seguirá por siempre despierta y vigilante, despertando acordes y contrapuntos en la alta y profunda noche, en el corazón de Galicia, luz incorporada a la piedra gallega no olvidada de sus orígenes, consagrada en su pura vocación por el asombro del Génesis y la gracia inicial del Evangelio de San Juan.

Trasalba, 20 de agosto 60.  

 Antonio Vidal Neira. Madrid, 2-6-2014

 

 

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